Más allá del seguimiento de ejecución presupuestaria o de los estados habituales emitidos por la contabilidad financiera, en el ámbito de la gestión de los bienes públicos, es necesario contar con herramientas que puedan medir la eficacia, así como la eficiencia y la economía en dicha gestión de las administraciones, aportando información suficiente sobre el correcto cumplimiento de los objetivos indicados a los gestores públicos.
Esas herramientas las encontramos en los indicadores de gestión, los cuales analizaremos a continuación.
Qué es un indicador de gestión
En términos generales, un indicador de gestión es un instrumento de medición - por tanto, mensurable y susceptible de comparación- elegido como variable relevante que permite reflejar suficientemente un momento o un intervalo temporal determinado, y que pretende informar sobre aspectos referidos a la organización, producción, planificación y efectos de una o varias organizaciones en sus diversas manifestaciones concretas.
Cabe destacar la cualidad de medible intrínseca al indicador, ya que si algo no se puede medir- y, por tanto, comparar- no puede ser considerado un indicador.
No obstante, lo mensurable no se restringe a lo estrictamente cuantitativo, sino que se pueden considerar también factores de tipo cualitativo, aunque siempre deberá existir un factor de medición, explícito o implícito, en el cálculo de esos factores cualitativos.
Por otro lado, hay que recordar que, si bien pueden existir diversas maneras de medir un mismo hecho, la dificultad de elección de un indicador aumentará cuando lo que se produzca sea un bien o servicio heterogéneo, o uno en el que su medición se refiera a factores que no se puedan determinar claramente mediante una medición directa, como, por ejemplo, la calidad en la prestación de un servicio.
Tipos de indicadores
Distinguiremos varios tipos de indicadores según el criterio de clasificación.
Según la forma de expresión
Indicadores Numéricos
Hacen referencia a una magnitud expresada en guarismos, como, por ejemplo, el número de usuarios de una línea de metro durante un periodo determinado.
Indicadores Descriptivos
Con este tipo de indicadores se manifiesta una cualidad o un conjunto de cualidades, como podría ser el grado de satisfacción - expresado en “bueno”, “malo” o “regular” de esa línea de metro del ejemplo anterior.
Según el número de variables
Indicadores simples
Son aquellos que se obtienen de manera inmediata respecto de las variables a las que representan.
Indicadores compuestos
Son los indicadores que se obtienen mediante una relación o mediante un porcentaje como resultado de dos magnitudes referidas a una o a distintas variables que, a su vez, pueden o no constituir indicadores simples, como podría ser un porcentaje representativo de un segmento específico respecto del total genérico.
Según el tipo de unidad utilizada
La medición dependerá de si se utiliza un factor de medición monetaria o no monetaria, por lo que será fundamental la homogeneidad en su determinación.
Así, si se decide usar un factor de medición no monetaria, hablaríamos de indicadores físicos - por ejemplo, el grado de satisfacción de los usuarios de un servicio-, mientras que si ese factor de medición fuera monetaria, el tipo de indicador sería de valor o monetario.
Según el momento en que se realiza el hecho mensurable
Esta clasificación se basa en el uso de factores de medición que ofrezcan datos previstos- indicadores “a priori”- o datos sobre realizaciones, por lo que nos referiríamos a indicadores “a posteriori”.
Según el fin u objeto de la medición
Indicadores de producción
Con estos indicadores se pretende obtener una evaluación sobre la forma, los métodos y las características de las distintas fases que conforman la organización productiva de un ente determinado.
Distinguimos dos tipos de indicadores de producción:
Indicadores de estructura: manifiestan cuál es la organización de un ente determinado y de qué medios dispone para la realización de las actividades que le sean encomendadas. Sería el caso de las variables relacionadas con el capital humano de una organización en un momento o en un periodo determinado (número de empleados por cada unidad, distribución por edades de los empleados, etc).
Indicadores de proceso: son aquellos que incluyen una visión dinámica de la producción de la organización. Se clasifican, a su vez, en:
- Indicadores de medios de actividad: se incluyen aquí aquéllos que expresan el grado de actividad de un ente determinado (número de horas de trabajador dedicadas a la realización de un producto, tiempo medio empleado en la resolución de un expediente, etc). No dicen “a priori” si se ha producido o no “correctamente”, sino “cómo se ha producido”.
- Indicadores de resultados de actividad: no deben confundirse con el indicador “resultados de una organización”, referidos a la diferencia entre gastos e ingresos. Los indicadores de resultados de actividad se dividen en:
Indicadores de eficacia, que ponen de manifiesto el grado de cumplimiento de los objetivos previstos por una organización en un periodo determinado de tiempo.
Indicadores de eficiencia, que relacionan el coste de producción con la producción obtenida.
Indicadores de economía, que relacionan el coste de los recursos adquiridos y empleados o no en el proceso productivo con los inicialmente previstos.
Indicadores de calidad, que aglutinan componentes cualitativos y cuantitativos.
Indicadores de efecto
Mediante este tipo de indicadores las organizaciones pretenden conocer cuál es el resultado de su actuación en el conjunto de los destinatarios de los productos por ellas ofertados.
Concretamente, en el caso de las Administraciones Públicas, se pretenderá determinar el efecto, el impacto, que sus acciones de producción de Bienes y Servicios ocasionan en los consumidores y usuarios. Además, debe tenerse en cuenta que en esas actividades pueden participar varios entes correspondientes a distintos sujetos contables (por ejemplo, la actuación en la vigilancia y seguridad de zonas urbanas por parte de entes pertenecientes a diferentes Administraciones: Policía Local, Policía Autonómica, etc.).
Según el horizonte temporal
Indicadores para corto plazo
Son las magnitudes que permiten cuantificar o calificar el objeto de las actividades de la organización con la finalidad de obtener una respuesta inmediata ante las situaciones no deseadas que puedan producirse, viniendo referidos, por tanto, al ejercicio económico de la organización.
Indicadores para largo plazo
Son aquellos que, mediante el análisis correspondiente, facilitan a la organización la toma de decisiones estratégicas que afectan a lapsos de tiempo superiores al ejercicio económico.
Según la madurez al medir la actividad productiva
Indicadores directos
Estos indicadores remiten aquellos factores que permiten expresar, cuantificar la actividad productiva mediante una medición o evaluación directa de los mismos.
Indicadores indirectos
Este tipo de indicadores permiten expresar, cuantificar la actividad productiva mediante una medición o evaluación mediata de la misma a través de un factor con el que, según las reglas de la lógica, se puede establecer un nexo causal entre la actividad que se tiene que medir y dicho factor.
Según la relación de los datos de la organización
Indicadores endógenos
Se refieren al ámbito interno de la organización en relación con los efectos que las actuaciones de la misma producen en el ámbito externo.
Indicadores exógenos
Hacen referencia a la actividad de la organización en sentido amplio.
Indicadores para medir las externalidades
Para acabar, haremos mención aparte a estos indicadores que miden el impacto de determinadas políticas.
Y es que esta “intromisión” del Sector Público en la vida social y económica de una sociedad, aparte de los efectos perseguidos, puede generar otros que podrían denominarse secundarios, sobre terceros o, en términos hacendísticos, economías externas o deseconomías de consumo y producción.
Este tipo de efectos, que pueden ser positivos o negativos, a veces tienen un impacto social muy importante, por lo que resulta fundamental utilizar indicadores de gestión adecuados para medir los efectos externos de las decisiones públicas.
Como ejemplo de efecto externo positivo, podemos mencionar los que tiene educación pública: aumento del nivel cultural y de la formación profesional de quienes reciben esa educación, potencial incremento de su calidad de vida, desarrollo del sector editorial, etc.
En cuanto a las externalidades negativas, recordemos, por ejemplo, la degradación medioambiental y la consiguiente merma en la calidad de vida que puede derivarse de una inversión en infraestructuras (carreteras, embalses,etc), en principio, beneficiosa para la sociedad.
Por tanto, se trata de realidades poco tangibles y resulta complejo identificar y medir estos efectos.
En este sentido, lo que demandan los agentes sociales es un análisis coste-beneficio y la necesidad, no solo de hacer una análisis macroeconómico, sino también de utilizar instrumentos adecuados de medición, como los indicadores de efecto o impacto social directo e indirecto.
En cualquier caso, desde AGES aconsejamos seleccionar indicadores perfectamente cuantificables y que se ajusten a los recursos disponibles.
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